Para los mexicanos, la Virgen de San Juan de los Lagos es, después de la Virgen de Guadalupe, la más conocida, querida y venerada de las advocaciones Marianas. Esto se debe a que según las creencias religiosas, es muy milagrosa, por lo tanto, su santuario acoge a miles de peregrinos provenientes de todas partes de México, Estados Unidos, América Latina y Europa que van a agradecer y a pedir sus favores a la patrona.
Con la llegada de los franciscanos al estado de Jalisco y después de la evangelización, Fray Miguel de Bolonia entregó una imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción al pueblo de San Juan Bautista y fue colocada en la sacristía de una pequeña capilla hecha de adobe y techo de paja, pero fue dejada al olvido por sus habitantes. Pero en 1623 comenzó a recibir la admiración del pueblo por los milagros que comenzó a otorgar. Al grado de tener hoy su propia Basílica ubicada en el corazón de San Juan de los Lagos y es envuelta por la devoción de la región de los Altos de Jalisco.
¿Por qué es tan popular la Virgen de San Juan de los Lagos?
La devoción a esta Virgen comenzó con lo que llaman “el primer milagro”, cuando en un accidente circense falleció una niña trapecista y poco antes del entierro una indígena llamada Ana Lucía pide que llevaran a los padres una pequeña imagen, la cual llamaba La Cihualpilli que significa La Gran Señora, pues la consideraba muy milagrosa, pues en algunas ocasiones la imagen cambiaba de lugar de la sacristía al altar durante la noche. Así, cuando colocaron la imagen sobre el cuerpo sin vida de la niña, ante sus ojos volvió a la vida. A partir de este momento se ha sabido de muchos más milagros que ha hecho.
Durante 380 años, aproximadamente, la devoción de miles de feligreses ha sido recompensada de muchas maneras. Ha consumado cientos de milagros a quienes fervorosamente lo piden, como: ayuda para conseguir:
- empleo
- solución a matrimonios en problemas
- problemas legales
- ayuda en problemas familiares
- protecciones bebés y a mujeres embarazadas
Y los milagros más populares de la Virgen de San Juan de los Lagos
- las curaciones a enfermos.
- sobre todo a aquellos con enfermedades terminales.
- En fin, por salud
- por dinero
- por poder
- por amor.
La Virgen de San Juan de los Lagos recibe a miles de corazones que realizan mandas y se abren a platicarles su pena.
Es innegable que cada vez tiene más seguidores, simplemente hay que ver que la economía delmunicipio en donde se encuentra su casa depende casi al 100% del turismo que ella estimula, pues el comercio —de retablos, imágenes, rosarios y artículos religiosos entre de otros que son de consumo popular como cobijas, artesanías de lugares de la región, etcétera—, la hotelería y el rubro alimentario son la fuerza económica del lugar. Pues llegan a ver a la Virgen, además de losmiles de peregrinos que desfilan por sus calles durante todo el año, los viajantes “de paso” y aquellos que gustan de viajes fantásticos que enmarcan presente, pasado y futuro, llegan a pedir sus favores importantes políticos, artistas de la farándula, deportistas, incluso equipos completos de futbol, y hasta miembros de bandas delincuentes.
Durante varios años se estuvo solicitando, desde Guadalajara, a las autoridades litúrgicas que la imagen de la Virgen de San Juan fuera merecidamente coronada por la mayor Institución Eclesiástica, ese entonces dirigida por el Padre Pío X. Sin embargo, fue hasta 1904 cuando llegó una respuesta positiva para la coronación litúrgica y encomendó al Arzobispo de Guadalajara, Lic. Don José de Jesús Ortiz, ceñir una corona de oro y pedrería a la sien Virgen en una ceremonia solemne que se llevaría a cabo el 15 de agosto de 1904. Dicha corona fue encargada al Instituto Pontificio de Artes Cristianas de Benzinger Brothers, en Nueva York.
La Imagen de la Virgen de San Juan de los Lagos representa a la Inmaculada Concepción, de pié con sus manos juntas ante el pecho (ya que su título original es de la Limpia Concepción) y su rostro del color del marfil un poco inclinado al frente. Fue hecha en el siglo XVI, del corazón de pasta de caña de maíz, por manos artesanas de los indios Tarascos de Michoacán (en Pátzcuaro). Mide aproximadamente 35 cm de altura y lleva a sus pies una media luna con las puntas hacia arriba. Por ser una advocación de la Virgen de la Inmaculada Concepción lleva un vestido blanco hermosamente decorado con guías y flores, en el pecho un brillante sol y en la espalda una luna y una estrella; un manto azul con estrellas y una cenefa de oro fino. Con la corona lleva dos ángeles de oro, uno a cada lado en la parte superior que sostienen una cinta con la inscripción: Mater Inmaculata. Ora Pro Nobis, que quiere decir: Madre inmaculada, ruega por nosotros.
Desde la entrada a su santuario, se percibe el aroma a esperanza y la confianza en un amor sobrenatural. Se siente la paz en el corazón sólo con mirar hacia el altar de la Basílica. Por ser tan milagrosa logra que aquellos que acuden a verla se hermanen y comulguen en una misma convicción, propios y extranjeros se entregan en su fe a “La Sanjuanita”. Basta con entrar en la ala del lado oriente para poder subir por una escalinata con paredes tupidas de objetos y agradecimiento de los fieles: fotografías personales o familiares, joyería fina, antigüedades, vestimentas, objetos personales, flores artificiales, trofeos y hasta discos de oro y platino son muestra de milagros recibidos; y todo se ha entregado siempre con la convicción de la bondad y poder de la virgen.
Para terminar con este artículo dedicado a la madre protectora de la región de los Altos de Jalisco, queremos mostrarte una pequeña oración que, si crees en ella y tienes fe, podrías decir de vez en cuando.
¡Oh, María inmaculada y siempre bendita, singular e incomparable Virgen María, Madre de Dios. Templo tuyo muy agradable, sagrario del Espíritu Santo, puerta de reino de los cielos, por quien después de Dios vive todo el orbe. Inclina ¡oh! madre de misericordia esos tus ojos refulgentes a mí, pecador; haz, señora, que tus milagros rayos de la luz incline y alumbre mi alma; y si lo que te pido conduce este fin, concédemelo a mayor gloria de Dios y tuya. Amén.
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